lunes, 12 de mayo de 2014

Prohibir, restringir y perseguir, en la agenda de los consensos

Diario UNO de Mendoza (página 10), 7 de mayo de 2014

Hacen fila. Se amontonan para contentar con lo políticamente correcto, con el sentido común efectista de lo que la clase media quiere escuchar. Y así, distanciados pero unidos, antiperonistas como nacionales y populares se olvidan del disfraz progre y arremeten, bien fachos, estigmatizando y segregando. Prometiendo medidas provisorias, dañinas, perversas, sádicas y obviamente lejos de las soluciones de fondo.
Y así el prohibir, restringir y perseguir entra en la agenda de los proyectos. Sólo falta darle forma y terminar de consensuar.
Reflotan las ideas del servicio militar obligatorio, el servicio cívico voluntario, el de los cascos y chalecos numerados. Y le suman las ideas de impedir que viaje más de una persona en la moto, cerrar el Parque, también aplauden las restricciones a adolescentes a los shopping u otros espacios públicos.
Es claro y no es nuevo: jóvenes y pobres (y si son jóvenes pobres, peor) están la mira, son culpabilizados y condenados de entrada, por su sola condición. Y sobre estos sectores hacen caer la responsabilidad de la inseguridad, cuando esta es promovida, organizada, ocultada y naturalizada por personas que no son ni jóvenes, ni pobres.
El mejunje de ideas, tanto oficialistas como opositoras, parecen apuntar a un aphartheid: numerar el pecho y la cabeza de algunos, alambrar y permitir el ingreso selectivo; encerrar a otros en cuarteles o hasta reprimir piquetes.

La idea es barrer todo lo que no medie con la media, ya que puede ser posible que en ese otro este el estigma de la inseguridad. Nada nuevo no, y si la cosa se pone fea se habla de inseguridad nacional.
A las motos de baja de cilindrada se suben arrebatadores, pero la gran mayoría son laburantes que no se pueden comprar un auto. Como también, algunos de los que podrán ingresar y correr, como lo hacen a diario, en el Parque que quieren cercar, y que van a las marchas y le exigen seguridad a algún funcionario, son prestamistas, dueños de prostíbulos, narcos o finqueros que explotan a familias enteras.
Antes de segregar debemos replantearnos algunas preguntas sobre la inseguridad: dónde nace, cómo se reproduce, quiénes son las víctimas, quiénes ganan con ella y quiénes son los idiotas útiles y cómplices que confunden y desvían la discusión.

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