Diario UNO de Mendoza (página 8), 12 de noviembre de 2014
Un teléfono además de sonidos tiene una cámara y cientos de redes (anti) sociales para mostrar una imagen o el video, además textos, emoticones y otras coloridas alternativas que rápidamente mutan (o no) según las modas, y las promociones.
Estupidizados e idotizados volcamos todo nuestro sentido común de proyecciones, frustraciones y confusiones en una pantalla, en lo que llega de ella y en lo que creemos que enviamos desde ella. De lo táctil a lo virtual sin medir las consecuencias que se corporizan en las personas que despersofican, en las heridas que no son virtuales en las víctimas de esos juguetes de 3 o 6 o 9 o 16 pulgadas.
Hace un par de días el pueblo de la ciudad de Tunuyán “viralizó” primero por el Valle de Uco y luego por toda la provincia un video de dos adolescentes en un encuentro sexual antes de ir a la escuela. En síntesis todo un cúmulo de complejos, morbo y perversión fue ejecutado en forma masiva gracias al producto final de uno de los servicios, dentro de los paquetes gratuitos que ofrecen las compañías de teléfono, luego de que un pedófilo voyerista hiciera pública su invasión en forma de “creación cinematográfica” llegó la hora del chisme, los comentarios, las moralinas y la potenciación del tema en los medios de comunicación.
Las nuevas tecnologías puestas al servicio de hipócritas, resentidos y reprimidos que violentan con sus normas que desde hace milenios reproducen misoginia, machismo y desprecio.
Otra vez los jóvenes fueron el centro de los ataques y sobre todo la piba a la que estigmatizan, marcan y señalan. Y fueron adultos los que los criminalizan y los que “viralizan” algo natural, cotidiano y sano. Fueron miles de adultos, los mismos que dicen escandalizarse y que dan consejos rancios y reaccionarios los que “wassapearon” el video para ser también voyeristas y pedófilos invasivos.
Esos adultos, que desde el Estado y desde la escuela no enseñan sobre sexualidades, sino que educan contra manifestaciones de las sexualidad reprimiendo, mintiendo y confundiendo con sus actitudes moralinas. Ahora desde el mundo de las personas mayores y adultas que viralizaron la intimidad de esos adolescentes dicen que “saldrán a dar contención”, luego de un mensajito de texto por supuesto. Y así la perversa rueda termina como debe terminar, con los adultos culpando, aconsejando y dictando un curso on line sobre la peligrosa sexualización de los jóvenes, cuando lo único que deberían hacer es explicarles cómo usar un preservativo y la pastilla del día después, y cómo alejarse y cuidarse de los adultos.
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