Diario UNO de Mendoza (página 7), 8 de julio de 2015
Pasaron de estar juntos a estar separados, pero conviviendo. Luego de un impasse, en el que algunos harán la suya, volverán a reunirse en la mesa ya que todavía los espera el reparto de bienes, lo más interesante de la herencia. Pero el largo período de transición ha colocado algunas incómodas vallas en el camino que conduce al 10 de diciembre, ingresando desde el primer subsuelo de calle Peltier.
Cambia Mendoza no es lo mismo que Cambiemos Mendoza, pero es parecido, parece que son unos pocos menos ya que algunos están por otro lado y serán por un tiempito “progresistas”. Hablamos del fenómeno (para nada nuevo) que han realizado la UCR, el PRO, el FR, el PD, el CC, Libres del Sur, el PS y algún otro necesitado.
Durante estos años el saliente Paco Pérez amplió la distribución administrativa del Estado, se agrandó el gabinete y todo lo que ello conlleva, lo que le facilitaría las cosas al electo Alfredo Cornejo, más allá de que la idea de éste sería reducir la estructura (no le gusta la palabra achique). Bien es sabido que dentro de la feroz interna radical (cornejistas, cobistas, sanzistas, los del Este, etcétera, etcétera) más los partidos aliados (y sus propias internas) tienen varios anotados para quedarse con algún ministerio, secretaría, subsecretaría, dirección, jefatura; también se aceptarán asesorías o contratos especiales por tareas varias en los despachos de las oficinas adyacentes. Para evitar problemas y rispideces podrían llamar a un politicólogo encuestador para ver quién aportó más votos a la causa y así hacer la repartija lo más equitativa posible; o también se le podría poner un valor a lo que aportó el sello de goma para el resultado final de la alianza; o tasar los aportes de los financistas. O también valorar lo que significó moral y éticamente para algunos ser parte del rejunte, y así compensar esas hazañas que marcan más que nada un final.
El mes que viene ya estarán, varios de ellos, enfrentados lo que le posibilitará al dueño de la batuta –pero no de los músicos– argumentar el por qué no se le entregará porción o migaja alguna a quien pierda en la contienda de las primarias abiertas nacionales, tanto dentro del espacio común como en sus propias organizaciones. Así y todo el panorama es complejo ya que el sistema de relaciones y parentescos cambia según la comuna, provincia o nación.
Pero la lucha por la torta, por una porción o por contar con una frutilla apoyada sobre la crema se da en todos los espacios, sin excepción. El modus operandi es el mismo: zancadillas, chicanas, traiciones más allá de alguna foto o montaje con sonrisas hipócritas buscando un voto, y este año con tantas elecciones es imposible que no se arriesguen a ganar algo, por más que tengan que cerrar filas con el que siempre cierra filas, o con el enemigo o con el que leyó el mismo libro pero con distinto traductor.
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