Diario UNO de Mendoza (página 10), 3 de octubre de 2012
El aborto no punible deja al descubierto la violencia, el
control y el disciplinamiento institucional
El aborto no punible terminó marcando un territorio donde
conservadores, retrógrados y fundamentalistas religiosos terminan con una de
las peores aberraciones que hace el Estado: revictimizar a la víctima, en este
caso a la mujer que ha sido violada, ya que en síntesis es aquí donde se centra
el eje de la discusión para la aplicación del protocolo para la interrupción
del embarazo en los hospitales públicos, unos de los ítems del artículo 86 del
Código Penal argentino. Buscan desconocer ese derecho, subestimar esa situación
(la de violación) ejerciendo violencia sexual simbólica desde un claro y
direccionado arcaísmo conceptual dentro las estrategias con las que se regulan
y controlan las capacidades reproductivas, la sexualidad, el trabajo...
Ante la negativa del gobernador Francisco Pérez y el
ministro de Salud Carlos Díaz Russo, quienes se desentendieron de sus
obligaciones de funcionarios públicos, la posta de la violencia institucional
pasó a la Legislatura ,
donde a los prejuicios los encubrieron de una innecesaria, ¿ilegal? y
anacrónica discusión dentro de sus comisiones con el claro objetivo de
enturbiar, viciar y demorar el tratamiento en el recinto.
Demorar una interrupción legal de un embarazo es delito.
Por más que se arroguen el poder del poder y busquen no
perder ni un ápice en las políticas de control y disciplinamiento hacia las
mujeres, los legisladores mendocinos tienen que saber que la sentencia de la Corte confirma y ratifica lo
ya legislado, y es clara: “Exhortar a las autoridades nacionales, provinciales
y de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, con competencia en la materia, a
implementar y hacer operativos, mediante normas del más alto nivel, en los
términos aquí sentados, protocolos hospitalarios para la concreta atención de
los abortos no punibles y para la asistencia integral de toda víctima de violencia
sexual… Además, exhortar al Poder Judicial nacional y a los poderes judiciales
provinciales y de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires a abstenerse de judicializar
el acceso a los abortos no punibles previstos legalmente”.
Es justamente este fallo el que proporciona las claves para
una correcta interpretación y evitar que se sigan judicializando casos de
aborto no punibles. Sin embargo, el Ejecutivo mendocino ha decidido desconocer
las leyes de la
Nación. Obligar a una mujer a continuar con un embarazo producto
de una violación es un acto de crueldad y tortura, una violación a los derechos
humanos de las mujeres.
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