Diario UNO de Mendoza (página 10), 9 de octubre de 2013
Un muerto, heridos y un cruce a nivel abandonado como el fiel reflejo del sistema ferroviario.
Un tren arrolló a un colectivo, ¡y en Mendoza! Mucho más que curioso, más que noticioso, se trata de un hecho tremendo, de una tragedia donde hubo muerte, heridos y desesperación. No es algo aislado y fortuito. Es causalidad, es parte de los negociados y la perversión política.Hace un par de décadas y dentro de un combo monumental decidieron destruir el sistema de transporte férreo en la Argentina y entregarles el negocio de pasajeros y cargas a transportistas privados al sistema de peajes y al de cubiertas importadas, entre otros. Así aparecieron los negociados amparados en los cautivos pasajeros y embalajes, en todos esos bultos para el mercado que para llegar a nuevos destinos debieron pagar mucho más caro. Así desaparecieron miles de puestos de trabajo y varias ciudades pasaron a ser fantasmas, aisladas, perdidas; y otras sinónimo de desempleo y con el denominador común de hambre y asistencialismo.
Pero ahí quedaron los cruces a nivel herrumbrados, con durmientes podridos escondidos en amarillentos yuyos. Se trata de la mayoría, de esos que no se renovaron con el Metrotranvía. Ahí están esos cruces que parecen muertos y que matan. Esos que aún trasladan algún tren y de los que nadie se hace cargo. Ni la empresa que usufructúa las vías ni el Estado que la sentenció en una mesa de amigos.
Así se destejió un mapa hecho de vías, ferrocarriles y trenes, y así esas políticas siniestras decidieron que lo poco rentable quedara en manos de burócratas sindicales reconvertidos en empresarios. Esos mismos que mataron a Mariano Ferreyra por reclamar derechos laborales y mejores trenes.
El fin de semana, una formación férrea embistió un colectivo del Grupo 4, en Las Heras. Un hombre murió, hubo decenas de heridos y toda la investigación, las miradas, apuntan al chofer del micro, el que obviamente tendrá una gran responsabilidad, pero también es un chivo expiatorio, ya que sirve para que no se pregunte por la señalización, la semaforización y las barreras en los pasos a nivel, sobre el control, registro e información sobre el recorrido, los horarios y las cargas de esos trenes que recorren los suburbios de la ciudad.
El Estado nacional, el provincial y las comunas fueron parte del desguace de los ferrocarriles y también son los responsables de proteger a los usuarios del sistema de transporte público, que a diario sufren la falta de trazado ferroviario, del que sólo se acuerdan cuando se corta la ruta internacional por las nevadas o cuando ven congestionadas las calles de la ciudad.
Detrás de los trenes que abandonaron como símbolo del triunfo del Estado ausente, cómplice y corrupto, están los trenes. Los que se añoran, se necesitan y los que matan.
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