domingo, 20 de octubre de 2013

Y Juan les dio de comer a los buitres

Protagonistas. Cabandié e Insaurralde.
Diario UNO de Mendoza (página 10), 16 de octubre de 2013
Tras la actitud y los dichos de Cabandié, 
son los organismos de derechos humanos el blanco de los ataques
Cuanto fascista y cretino hay suelto –y hay muchos–, por estos días están chochos y están haciendo dulce tras conocerse la reacción y los comentarios que hizo Juan Cabandié por una multa de tránsito, la difusión de un video y las consecuencias de las consecuencias, y las contraconsecuencias del episodio, que si bien ya tiene varios meses a cada rato se conocen nuevas derivaciones.
La discusión en la calle involucró al diputado porteño, a una agente de tránsito y a un gendarme que hacía las veces de camarógrafo¿? La discusión incluyó interpretaciones sobre leyes, el deber, el recibo del seguro del auto, y la estupidez de argumentar el ser hijo de desaparecidos para que no lo multen o no le quiten el auto y luego llamar por teléfono al intendente de la zona para solicitar un “correctivo” para la empleada multadora. La discusión incluyó un video y la obvia politización del hecho, que a dos semanas de las elecciones tiene como protagonistas a candidatos centrales en dos distritos centrales: el directamente implicado y Martín Insaurralde, quien buscó reposicionarse, reubicarse, electoralmente hablando al cambiar decisiones abusivas desde su comuna. Así, las ráfagas de miseria política tuvo una sola y gran víctima: los organismos de derechos humanos.
La gansada que se mandó Cabandié solo sirvió para darle de comer a buitres, caranchos, resentidos y toda esa mierda que bajo una toga moralista no deja de reivindicar lo peor que vivió nuestro país: el terrorismo de Estado. Así sobran análisis políticos, sociológicos y psicológicos para destruir más que a Cabandié, a toda la carga simbólica que el representa.

Está claro que Juan Cabandié, quien hace 35 años nació en la ESMA, es un referente de la lucha por los derechos humanos, es un símbolo de los más de 100 nietos restituidos por Abuelas y por las fuertes movilizaciones que durante 30 años vienen exigiendo el juicio a los genocidas y sus cómplices. Pero Juan es Juan, no es ni Nietos, ni Hijos, ni Madres, ni Abuelas, ni Familiares, ni ninguno de los tantos organismos que luchan para que se condenen los crímenes de lesa humanidad en la Argentina, es solo una parte de ellos. Juan es Juan y la impunidad y la soberbia del poder le jugaron una mala pasada, quizás la convivencia con un gobierno que banaliza los derechos humanos le haya hecho perder la perspectiva, lo que representa y a quiénes representa, y también ahora, a quiénes dejó de representar.
Por estos días los carroñeros han llenado sus panzas, han dibujado más de una sonrisa y creen haber logrado alguna ventaja, pero esos que vieron cómo sus historias y sus dolores fueron utilizados con perversidad seguirán peleando por verdad, memoria y justicia, algo que sigue lejos del poder de turno.

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