domingo, 12 de diciembre de 2004

Más que pechos fríos, egoístas y egocéntricos

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 12 de diciembre de 2004


Hay quienes se preguntan si los mendocinos somos pechos fríos tras analizar los alcances, la producción y el lugar que ocupa nuestro deporte a nivel nacional.
¿Qué es ser pechos fríos y qué implica esta metáfora? ¿A quién alcanza tal descripción? Mendoza tiene un abanico de disciplinas, y cada una de éstas es un mundo dentro de una coyuntura de la que no pueden escapar.
En el fútbol vemos que en Rosario sobresalen dos clubes, en Santa Fe otros dos, en Salta habrá uno solo según la “divinidad grondoniana”, en Bahía Blanca otros dos, un par más en Córdoba, etcétera. En nuestra provincia hay muchos y aún sobreviven; es más, los dos que están desde hace una década en la segunda división del balompié nacional no son los más populares.
La salida más mercantilista dirá poco pero bueno y gerenciado, pero acá esa brecha ideológica todavía no cuajó, gracias a la desfachatez de los piratas de turno y a la resistencia de quienes como pueden y con lo que pueden defienden sus clubes.
Nuestro deporte no trasciende, salvo varias excepciones, ya que se encuentra con varios escollos y contradicciones, como es el caso de Regatas; el club más grande, mejor organizado y con inteligencia para
administrar recursos tiene una gran masa societaria pero no tiene hinchas, los que sí tienen otras instituciones sin bases para armar un proyecto de alta competencia.
En general Mendoza es una ciudad sin infraestructura y sin políticas deportivas. Con una constante concepción de que lo mejor está afuera (jugadores y técnicos) y enfermos de celos e egoísmos, como se evidenció el día de la asunción de la nueva Confederación Mendocina de Deportes, donde los presidentes de las federaciones hacían lobby con la prensa explicando porqué sus deportes merecían mayor cobertura que otros.
No somos pechos fríos, quizás seamos cerebros congelados, e incapaces de hacer un verdadero análisis de la situación y la potencialidad que se tiene.
No somos pechos fríos, quizás un poco egoístas, egocéntricos.

domingo, 5 de diciembre de 2004

El belicismo como metáfora constante

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 5 de diciembre de 2004

La violencia ya no discrimina deportes. Es una constante y un tema central en esta columna. A diario, en las tribunas, en la cancha y las oficinas federativas los enfrentamientos opacan lo que debería ser un juego, una fiesta, y lo convierten en un tema policial o judicial. Hemos mostrado las consecuencias sociales, culturales,
políticas y económicas que se manifiestan en el deporte.
Pero la violencia también está en el lenguaje, en la palabra. El periodismo deportivo crea en sus lectores,
oyentes y televidentes el convencimiento de que lo que se dice es correcto, e incorpora una terminología y códigos de valor.
El periodismo deportivo utiliza figuras retóricas en forma connotativa. Con el lenguaje se da acción y forma, y hay una metáfora constante: la guerra. El belicismo, como parte del contendido violento, es parte del “formato” histórico de nuestro género periodístico.
Construimos hazañas, héroes, seres míticos inspirados en los semidioses romanos y griegos.
Cuando se describe lo que pasa en la cancha, se analoga el campo de juego con uno de batalla. Como si se tratara de un accionar militar, el deportista se convierte en un guerrero, en el atacante que fusila al arquero, el que despliega su artillería sobre la defensa vulnerada.
El tiro perfecto del Matador, del Rifle, dará en el blanco. El gol y el nocaut son pequeñas muertes. Las escuadras salen a la acción y habrá un duelo, un buen cañonazo hará estragos sobre la estrategia visitante y flamearán las banderas de una parcialidad vencedora. Dominar el territorio, conquistar posiciones para imponer y someter. Está eliminado, fuera de combate, desarmado. Se presenta todo como un choque.
El lenguaje (ese que tiene su congreso) es cómplice y nos constituye en lo que somos. ¿Hay manipulación
y se exacerban los ánimos? Una lástima, ya que sólo se trata, en su primera intención, de un recurso, una forma retórica de embellecer, describir y analizar un juego: el deporte, que nació como una fiesta para frenar las guerras.

lunes, 22 de noviembre de 2004

los egoísmos empequeñecen nuestro deporte

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 22 de noviembre de 2004


Pequeños egoístas, engreídos y soberbios conducen nuestro deporte. Ya es hora de que tomemos conciencia de nuestra intrascendencia deportiva,  de buscar alianzas y uniones que nos permitan crecer en vez de abandonar a cada una de nuestras disciplinas a un ostracismo creciente, de círculos de desconfianza, internas y desaparición.
Nuestros equipos apenas si llegan a las etapas de ascenso, donde parecen quedarse a vivir por siempre, como en el fútbol:  Godoy y San Martín ya no generan expectativas.
En el vóleibol volveremos a probar para intentar en un certamen que puede dejar un equipo local en la elite nacional, siempre con la amenaza de que por una razón u otra aborten el proyecto.
En el básquetbol, un deporte con historia y de gran convocatoria, parece que el único horizonte está para adentro; como en el hockey sobre patines, donde  se extiende la brecha con los sanjuaninos.
Brecha aún más pronunciada en el ciclismo, que en otras épocas a esta altura convocaba multitudes.
Quizás marque  la diferencia el hockey sobre césped, aunque la falta de una cancha de sintético de agua amenaza con relegar el potencial alcanzado, y el boxeo, que en cantidad y calidad vuelve a lo que supo tener hace 20 años.
Pero sin promotores ni calendario todo puede desvanecerse.
Volvamos a nuestras pequeñeces y egoísmos: ya se manifiestan los celos por la intención de que Mendoza sea sede del Mundial de rugby para menores de 21 años, cuya inversión significaría mejoras e implementos para 12 clubes.
Podríamos hace una lista casi infinita y entenderíamos el porqué de la falta de expectativas, de convocatorias, de referentes e ídolos. En una provincia tan grande no hay un autódromo con todas las comodidades, no hay un estadio único, no hay ideas, no hay inversión; sólo hay pequeñeces y egoísmos. Las víctimas son nuestro deporte y los deportistas, quienes ven cómo se truncan su trabajo y aspiraciones.

domingo, 14 de noviembre de 2004

La intolerancia tiene formato de superclásico

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 14 de noviembre de 2004


Pasó el superclásico, el River-Boca, el ícono de nuestro fútbol. ¿La popularidad, lo pasional del balompié existiría sin su entorno?, seguro que no. Folclore de banderas, cánticos, y cargadas.
Tradición, rito de violencia, intolerancia y enajenación. Se proyectan dos bandos por casi inentendibles simpatías futbolísticas y se teje todo un armazón ideológico, moral y político detrás de ello.
Casi la mitad de las banderas que llevó la hinchada de River eran argentinas. El emblema nacional empuñado como arma nacionalista, chovinista, xenófoba.
Mostrar al otro como extranjero como el lindante, el de la frontera cultural, acusar al de enfrente por sus huellas provenientes de los pueblos originarios. La broma hecha racismo.
Después llegaron las cargadas, los afiches (institucionales y costosos), otra parte de la  ceremonia donde
el ingenio trabaja con recurrentes estereotipos, sobre todo de violencia sexual, de sexismo.
El fútbol no deja de mostrar una sociedad patética que en las tribunas y las calles aprovecha para dejar fluir su mierda intelectual, sus odios y represiones.
Esplendor aceptado hasta la revancha, y luego habrá otra para sublimar sobre esta pobreza, que es mucho más fácil que denunciarla y cambiarla.El entorno hace al objeto y sobre este se reconstruyen los sujetos.
Hace rato que el fútbol se escapó del deporte, que el deporte se escapó del deportista, que el deportista se escapó de su humanidad.
Por acá los hinchas en un acto masoquista y suicida ingresaron a la cancha, golpearon a sus propios jugadores y condenaron a su equipo (vía sanción) a un casi seguro descenso. ¿Tienen la culpa el club de sus hinchas? ¿Qué sería un club sin sus hinchas? Como esos dirigentes que se  acuerdan de un torneo al que subestiman e ignoran, dos semanas antes del final y para no descender ponen a los profesionales.
El entorno es el fútbol, el entorno no tiene códigos, es poderoso e impune.

lunes, 1 de noviembre de 2004

El candado fácil parece que está de moda

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 1 de noviembre de 2004


Un candado a las puertas que llevan a las tribunas. Una platea ahogada de silencio y los matices del verde de la cancha pueden disfrutar del limpio y tranquilo juego de los niños.
Podríamos verlo así ya que durante el fin de semana en tres clubes no se permitió el ingreso de público (padres) en partidos de inferiores, como sanción a hechos de violencia.
Pero la censura nunca es solución, sólo es prohibición, proscripción.
Y volveremos a lo mismo: no a los matices del verde, sino al de los grises de nuestra sociedad. Un ejemplo:
River apela interponiendo “sus derechos” para que el Barcelona no se lleve a un pibe de 12 años, y el mismo River recluta, con mayor descaro, por el interior a pequeños jugadores. Ergo, una mercantilización brutal. Tediosos entrenamientos diarios, una concepción resultadista, y una presión desmedida, es lo que ofrecen los clubes.
Y así llega al sábado. Qué podemos esperar con dirigentes miopes, entrenadores militarizados y padres
enajenados que sueñan con un contrato, una tajada. Se juega más que un partido, no se juega, sólo vale
mostrar la individualidad y todo lo demás son enemigos: los rivales, el árbitro, y hasta los compañeros. El
pibe se desvive por el entorno, y el entorno se olvida que se trata de un pibe, al que se lo maltrata y desprecia con insultos, reclamos y son testigos o víctimas de violencia física.
Cierran las puertas de la cancha, y después los chicos volverán a la casa y se encontrarán con esos mismos padres, esos que también son dirigentes, que creen que el fútbol es todo. Creer que a los 12 o 13 años ya se puede definir a un chico como al crack del futuro es una imbecilidad tan grande como los que quieren una “colimba” para los excluidos del sistema educativo y laboral.
Los clubes se tendrían que preocupar por contener a los niños, sobre todo por lo que no reciben de sus padres, y la Liga debería contener a los clubes. Pero para eso tendríamos que pensar una sociedad que
revalorice los aspectos humanos más elementales.
Por ahora sólo valen los contratos y los candados. Pocas ideas, pero rentables y eficaces, pero medio asquerositas, ¿no?

domingo, 24 de octubre de 2004

Un gigante de piernas débiles y que tambalea

Suplemento Ovación (página 2)
Diario UNO de Mendoza, 24 de octubre de 2004


Con las rodillas flojas, el Guantes de Oro es un monstruo de piernas débiles.
El gigante torneo de boxeo amateur muestra que es desmedido para las bases que lo sostienen. Algo de historia, un poco de épica, muchos sueños y una apuesta de la gente de deportes de la Muni de San Martín y la federación han logrado que el certamen regional más grande de Sudamérica viva su quinta edición, pero con síntomas de una enfermedad que se presenta como crónica y estructural.
El deporte mendocino se evidencia en su forma más federal, popular, olvidada, anónima y pobre en este certamen de cabezales y musculosas con 27 gimnasios de todos los rincones de nuestra tierra, que desnudan
entre contradicciones, frustraciones y falencias lo que son y sobre todo lo que quieren.
Se viene dando como constante la cantidad de peleas que no se concretan, que llevan al triunfo menos deportivo de todos: el walk over. Excedidos en peso, tardanzas y faltazos.
Podríamos decir que se trata de un acto de irresponsabilidad de los atletas. Pero no todo es tan fácil, y sería necio no intentar descubrir todo lo que hay detrás de esto.
Cómo buscar un ideal antropométrico (división ideal en la que lo inscriben) en un pibe cuando en la mayoría
de los casos la alimentación está jaqueada y regalada a la suerte.
Cómo pedir una sanción al que llega tarde al pesaje o no va porque no le dieron el día en el trabajo, y eso que se trata de menores de edad en una economía informal.
En casos más organizados, vemos cómo la Dirección de Deportes de Guaymallén aniquiló el gimnasio, que además de formar cracks realizaba un trabajo social contra las adicciones y el ocio, y por si fuera poco, sostenía una merienda diaria.
Más arriba vemos cómo la Dirección de Deportes de la Provincia brilla por su ausencia total del torneo que se destaca por proyectar los grandes referentes para los torneos internacionales y olímpicos.
Unos que miran para otro lado, otros que dan la espalda, pocos dirigentes, árbitros y jueces; los delegados,
más preocupados en las internas.
Y así, quién fortalece las piernas de ese gigante que tambalea.

lunes, 18 de octubre de 2004

Triple condena, u otra forma más de violencia

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 18 de octubre de 2004


Más violencia para frenar la violencia. Dónde están los límites entre lo deportivo y lo extradeportivo. Como es una costumbre, los clubes chicos son un buen "chivo expiatorio" para las sanciones de la Liga Mendocina
de Fútbol, que no hace más que evidenciar lo alejados que están sus dirigentes de la realidad. Por incidentes en las tribunas (extradeportivo), el Atlético Argentino sufre una triple condena: le dieron perdidos los puntos del partido suspendido en el que igualaba con Guaymallén. Recibió una multa económica (valor en entradas). Y por dos fechas como local deberá jugar a estadio cerrado, sin público.
Triple condena llena de contradicciones. Por actos violentos de una minoría se afecta la performance deportiva de un equipo que pelea por no descender. Se coloca una multa equivalente a localidades y no se permite el ingreso de gente al estadio, lo que imposibilita recaudar para el pago, a lo que se suma que el club
debe igualmente abonar la planilla y un operativo policial especial en los alrededores del club.
Venimos reiterando que los clubes de barrio tienden a desaparecer, y Argentino, que gracias a un grupo de hinchas y vecinos pelea por forzar la constante, se encuentra con la necedad de la Liga, que parece considerar a la barriada de San José y Pedro Molina como la Franja de Gaza, donde toda persona, vecino, hincha y aficionado es censurado y proscrito a algo tan sencillo como ver un partido de fútbol.
Un mal precedente. Violencia institucional, más violencia, que ya vimos hace una semana en otro ámbito alejado del fútbol, el Encuentro Nacional de Mujeres, que sufrió atentados con métodos fascistas y propios de la Inquisición.
Se viene consolidando la intolerancia, y hay quienes se aprovechan de las causas sociales y culturales que la provocan, sobre todo, en el caso del fútbol: algunos dirigentes, policías y funcionarios que bancan y negocian a los “barrabravas”.

domingo, 3 de octubre de 2004

Mujeres, deporte y actividad física


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 3 de octubre de 2004

El fin de semana próximo, miles de mujeres de todo el país participarán en Mendoza del 19° Encuentro Nacional de Mujeres, y uno de los tantos temas que abordarán en sus talleres es el de mujeres, deporte y actividad física.
La discusión y la reflexión de este taller seguro girará en torno a conclusiones elaboradas en encuentros anteriores, como la necesidad de crear espacios propios para la práctica deportiva, alcanzar lugares en cargos directivos, dirección técnica y arbitraje, y participar en la decisión de las políticas deportivas, como también bregar por una cultura deportiva sin discriminación y de libre elección.
Las mujeres del encuentro reconocen la necesidad de un proyecto nacional por parte del Estado que logre la articulación de las provincias para el desarrollo de las actividades deportivas por igual.
Este proyecto exigiría un aumento del presupuesto para la práctica recreativa, competitiva y de alto rendimiento, teniendo en cuenta las distintas condiciones, clases y edades. También reivindica la necesidad de crear espacios barriales para el desarrollo físico y mental.
Estos encuentros también sirven para denunciar prácticas discriminatorias y sexistas en los profesorados de educación física, así como transformar sus prácticas educativas para evitar inculcar estereotipos y roles de género desiguales en la educación.
El sexismo (mecanismo por el que se le concede privilegio al sexo masculino en detrimento del femenino) en nuestra provincia es claro y evidente. En todas las actividades deportivas las mujeres no tienen las mismas posibilidades que los varones, en los clubes siempre tienen una importancia secundaria y el proceso deportivo se ve interrumpido en alguno de los ciclos. En los casos donde el deporte femenino está  desarrollado, quienes se encargan de la dirección técnica e institucional, como el arbitraje, son en su mayoría
hombres, característica paternalista que se sostiene sobre la consideración de las mujeres como eternas menores de edad.
El 9, 10 y 11, las mujeres, en maratónicas jornadas de reflexión sobre su propia condición, tendrán el deporte como uno de los tantos disparadores para analizar, discutir, soñar y construir, en el que seguro las diferencias serán un motor para alcanzar sus deseos de una sociedad justa e igualitaria.

domingo, 19 de septiembre de 2004

Los pibes no son mercancía

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 19 de setiembre de 2004


Sueños y necesidades es lo único que tienen y a lo único que aspiran. Son nuestros pibes a esos que le mostramos el crack como modelo y salida. Son nuestros pi­bes, que con una pelota, sólo con una pelota, logran constituir un mundo, constituirse en el mundo, un mundo que gira alrededor de una pelota y que por momentos los evade de la violencia, la discriminación, el olvido. La cancha de un club, un potrero, la calle o una vereda con una pelota, ensoñación hecha realidad, todo pibe en su mundo es un crack, qué más...
es lo único que tienen y a lo único que aspiran.
Pero hay quienes manipulan sueños, y con estos hacen una industria. Los pibes tienen derechos, como los de no ser explotados, engañados, apropiados. De chiquitos ya entran en el juego del profesionalismo donde un ex jugador o técnico devenido en representante, manager o detector de talentos –y festejado por la prensa– los invita al juego de los grandes. “Decíle a tu papá que firme conmigo, conseguí el pase, que te llevo a Newell’s, Vélez, Boca, River, o a Chile”. Equipaje, y conducidos como malón, como obreros golondrina. Ingresan a un círculo de casualidades, mentiras, negociados y aniquilación de sueños e inocencia, para, en su gran mayoría, de­ volverlos a la misma cancha, potrero, esquina donde ya no habrá
sueños, sólo necesidades, y una eterna frustración, un desengaño perverso.
Quién controla a esos perennes y repelentes personajes. Esos que abren la escuelita de fútbol, la filial, apañados por quienes ponen el sello de un club o la liga y sobre todo por los padres. El papá que se acuerda de su hijo sólo algún sábado en la cancha, tomado como un simio del alambrado exigiendo, insultando, juzgando, asesinando el juego y una infancia.
Esos papás quemados que se suben al tren, muestran el puño, agachan la cabeza, e inculcan y esperan al Salvador, para arrodillarse ante su enviado en la tierra futbolera, el representante.
Quién controla a éstos tratan­ tes de pibes, que con el mismo discurso futurista seducen a miles para que algún día un contrato al exterior los salve. Estos tipos creen que los clubes son una fábrica y los niños mercancía. Los niños tienen sus derechos más allá de las costumbres, la economía, los representantes y sus padres.

domingo, 5 de septiembre de 2004

Disfrutar y no mentirse

Suplemento Ovación (página),
Diario UNO de Mendoza, 5 de setiembre de 2004

¿Cuáles son la magnitud y el significado de los Juegos Olímpicos? Sin duda, se trata de significados y magnitudes. Disímiles realidades, distantes objetivos en una misma competencia. Marcas, tiempos, medallas, todo tiene un valor y recompensa, un proceso, construcción, una historia, algún revés.

El barrio parece haber conseguido la gloria argentina. Volvió el oro de la mano del deporte-identidad  nacional, el fútbol, y del básquetbol, dos disciplinas que nacieron y crecieron desde el corazón de las
barriadas argentinas, los clubes.
Argentina logró un número de preseas cercano a sus mejores cosechas históricas y, con viento populista a favor, la pista queda abierta para volar y sobrevolar en aeroplanos comerciales con propaganda estatal que esparza por el aire los conocidos volantes pregonando que somos los mejores.
Nadie puede quitarles los méritos a nuestros deportistas, lo que hicieron y lo que lograron. Alcanzaron la gloria e hicieron historia. Jugaron con códigos y con tradición para que, además de la victoria, hubiera un fuerte signo distintivo.
Endulzados, quizás nos cueste reconocer una olímpica contradicción: lo que parece y se muestra como una gran producción en Atenas disfraza la pobreza del deporte argentino. Y nos referimos a la planificación, a la inserción deportiva, al alto rendimiento.
El fútbol, el básquet y el tenis tiene a los referentes argentinos insertos en la competencia internacional, millonarias ganancias y un constante roce con los mejores.
El yachting es una isla, un deporte para pocos, mientras que el hockey sobre césped es la única disciplina que consolida su crecimiento y concreta una meta deportiva.
Excepto Georgina Bardach en natación, el deporte amateur argentino dio lástima y mostró la estrechez económica y política de nuestro país. Pocos y en su mayoría, lejos de las marcas top. Llegaron sin una preparación acorde a la competencia, arrastrando sobre sus esfuerzos y sueños la inoperancia de funcionarios y un Coronel que año tras año empequeñece el COA.
Mendoza tuvo sus referentes: cuatro; dos de ellos no residen en la provincia y los otros dos construyeron su historia deportiva al margen de una planificación local, mostrando un amateurismo a ultranza que los dejó afuera de los Juegos en la primera ronda. Casi no hubo representación menduca en los deportes por equipos, y eso que se trata de una provincia con un gran desarrollo en varias disciplinas.
Queda todo por hacer, y convendría empezar de cero. Los Binacionales son un buen proyecto y un punto de partida para poder proyectar hacia el alto rendimiento. Ya se proyectan atletas con grandes condiciones, balonmanistas y futbolistas que pintan para cracks; ya hay dos boxeadores con grandes chances de estar en Pekín 2008. Pero falta mucho, y si repetimos el camino recorrido, lo más seguro es que se pierdan detrás de algún bache burocrático.
Disfrutemos los logros, las conquistas, reconozcamos a sus artífices, pero no nos engañemos, que la casualidad no es causalidad.

domingo, 15 de agosto de 2004

Atenas, espacio y tiempo de síntesis

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 15 de agosto de 2004

Estamos sumergidos en los Juegos Olímpicos, un período espacial y temporal donde el deporte concentra todo su potencial y significados. Una magia de incomparable unicidad.
La tradición, la mitología y sus reinterpretaciones políticas y económicas están en acción en una de la ciudades pilares de la cultura, la ciencia y la filosofía, en Atenas, la capital de Grecia.
Los cinco anillos entrelazados brotan como logo recurrente. Los cinco continentes unidos por el deporte y sus pasiones vuelven a ser un modelo de convivencia mundial.
Pero los Juegos Olímpicos modernos, a pesar de sus récords de audiencia televisiva, aún no logran parar las guerras. Los boicots ya no son la constante, pero el clima de belicismo sigue presente como en otras ediciones: misiles que apuntan al cielo, soldados y extremas medidas de seguridad. La potencia (Estados
Unidos) no se anima a mostrar su bandera y sus atletas intentan pasar desapercibidos como lo hacen los agentes de la CIA. Un país invadido y masacrado (Irak) llega con su delegación y hasta se anota una victoria mientras su tierra sigue encendida por el genocida armamentismo petrolero.
Los Juegos están en Atenas, en una tierra de dioses deportistas y apasionados. Grecia, cuna del pensamiento occidental, hoy intenta salir de la condición de periferia europea.
Cientos de países reunidos y un medallero esperando por unos pocos. Sacrificioindividual y políticas deportivas buscan su síntesis, su evaluación.
El exitismo, el alto rendimiento, la ciencia aplicada al deporte también buscan luchar con uno de los monstruos que han generado, el dopaje.
Argentina, lejos de las potencias deportivas, mantiene la esperanza en varias disciplinas aunque sin dudas se trata de talentos surgidos y promovidos gracias al profesionalismo y la participación en ligas norteamericanas y europeas, como son el caso del fútbol, básquetbol y tenis. La única excepción es el hockey sobre césped, deporte que sí se ha consolidado desde una planificación estatal y un gran trabajo de los clubes. Sí, también
están esos talentos que buscarán la gloria, pero que están lejos de representar la realidad de sus deportes en nuestro país, el caso de la natación, el atletismo, las artes marciales y el boxeo.
Estamos muy lejos de la elite deportiva, no sólo mundial sino continental, y hasta se pierde presencia a nivel regional.
Los Juegos más allá de su enfoque competitivo pueden servir también para aprender, para tomar noción y perspectiva de dónde estamos ubicados, y sobre todo para mirar desde ahora al 2008 y al 2012 como meta, y darnos cuenta de que para tener grandes atletas en todas las disciplinas hacen faltas grandes políticas que apunten a la educación, a un deporte formativo y social. Sólo así, después de esa inversión, se llegará el alto rendimiento.
Por ahora sigamos soñando y disfrutando de los talentos individuales.

domingo, 1 de agosto de 2004

Paradojas de la derrota

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 1 de agosto de 2004


Los pibes tocaban en un rincón, jugaban, la pisaban, dibujaban una mueca, una gambeta y un festejo anticipado, rescataban una esencia en desuso, transgredían la violenta realidad, pero…
La lógica, lo predeterminado, lo establecido mató a la magia. Defensor por delantero, físico por cerebro, Europa por Sudamérica, tecnicismo por creatividad y –¡oh!, bien valga la casualidad– en un minuto el resultado cambió y con ello se esfumó la gloria: el título ante un clásico y temido rival.
¿Al Loco lo asustó una locura que no le era propia y que no tiene explicación según el manual de usos y costumbres?
El que reinterpretaran la partitura preocupó al director, la individualidad resaltada de un par de músicos trastocó al director, que los acordes apuntaran al concierto y no a la obra obligó forzados cambios, que terminaron por prohibirle a quien dirige la batuta su consagración y estupidizó sus propias invocaciones.
Che, Bielsa, el fútbol no es una ciencia; qué tanto vale perderse en esas teorías blandas e inconexas. Se trata sólo de un juego. Y Tevez como D’Alessandro son la conciliación de un pueblo que nace con una pelota en los pies creando y justificando la negación y el ocultamiento de cientos de realidades, negando identidades, creando una identidad por lo menos futbolística.
Aglomeración atormentada de sensaciones donde una pirueta con el balón arrastra por momentos al impiadoso y omnipresente monstruo.
La síntesis del partido sentencia derrota (por penales). La historia marcará que fue “sobre la hora y jugando bien”. La experiencia, en cambio, proclama mas respeto por la utopía.
Vuelta recurrente, redundante Giremos la mira y apuntemos el caño a nuestra garganta. Otra vez, el ciclismo con más de lo mismo, entregado a su recurrente masoquismo: ofreciendo sus entrañas y con cara de asombro diciendo “¿doping?”.
Sí, el dopaje vuelve a atacar a nuestra desprestigiada Vuelta de Mendoza, y sigue aniquilando una de las disciplinas más sacrificadas y sostén de nuestra historia deportiva.
Cóctel de hipocresía y estupidez, personajes que optan por reglamentar el control antidopaje en un deporte semiprofesional y no hacen nada para evitarlo, y saben de antemano que habrá casos positivos.
Esos mismos que utilizan a los pedalistas como carteles con ruedas o instrumentos de propaganda política; son esos mismos que se jactaron de introducir la EPO –sustancia que aún no es detectada en los controles que se hacen en el país– como gran novedad en el empobrecido pelotón.
A estos pocos personajes, fantoches que desde distintos roles manipulan –y ejecutan– el ciclismo, no les importa entregar al impiadoso, necesario y obligado bombardeo periodístico a “sus” deportistas, sobre quienes sí caen el desprestigio, las sanciones y el manoseo.
Vía libre para los oradores en contra de las “sustancias prohibidas”, que en realidad riegan la dieta cotidiana y las recetas ordinarias. Tiempo de ficción donde la escena final sobrevalorada oculta un proceso, una historia de paradojas.

domingo, 18 de julio de 2004

Chacón, realismo mágico y periferia


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 18 de julio de 2004

Ya se habló de la estrategia, de las acciones, del resultado. En el deporte se gana y se pierde, es simple, sencillo, pero hay algo más, siempre hay algo más.
El boxeo es una de las disciplinas más antiguas, populares, profesionales y mercantilizadas, que dejan al desnudo la realidad de nuestro deporte, sobre todo si se la analiza desde la coyuntura que abraza a un ídolo popular de nuestra provincia.
Pablo Chacón llegó como un enroque, como un remplazo salvador. Ya estaba todo el show armado en Dallas y no se podía caer. A tres semanas de la pelea, el inglés Gavin Rees, oponente de Mike Anchondo,
se encontró con que la agencia de control deportivo de su país le prohibió combatir por estar excedido de peso, por lo que agenda en mano la oferta terminó llegando al representante del mendocino, quien con el
consentimiento de éste aceptó el compromiso.
Está en claro que acá la consigna es no desaprovechar las pocas oportunidades.
Un gran negocio: un visitante con un gran récord, un gran estilo, coraje y sin una preparación acorde. Derrota y espectáculo asegurado.
Es cierto que las entidades mundiales de boxeo son impresentables, influenciables, donde dirigentes y promotores hacen valer la cotización sobre lo deportivo y donde el boxeador como persona no tiene ningún
valor. Es cierto que lo que menos se protege es la integridad física y psicológica de los deportistas ya que son simplemente mercancía. Es cierta la relación entre las grandes cadenas de TV y los entes federativos,
cuyas autoridades devenidas en tratantes de gladiadores posmodernos son impunes y poderosas.
Pero aún hay más diferencias, ya que están los periféricos. Los púgiles del Tercer Mundo son un eslabón rentable: económicos, manipulables y brindados al show.
Pero esto no sólo está aceptado, sino festejado. En una cultura de exilio económico, unos pocos dólares justifican todo, aun viajar casi solo, sin su gente, su entrenador, su preparador físico, sus sparrings. En síntesis, sin su contención deportiva y afectiva, sin la preparación acorde.
De una forma u otra en nuestro país no hay interés en reglar para proteger y controlar, para forzar una mínima posibilidad para llegar en igualdad de condiciones.
Por otro lado, justificamos y proyectamos ensoñación, exitismo y un falso heroísmo. Acostumbrados a autojustificarnos sobre una tradición de realismo mágico, picardía y casualidad tomamos algo para determinarlo como predominante.
Si queremos ver, la realidad se desnudó sobre Julio Pablo Chacón, quien esta vez no pudo transformar la obviedad, por lo que los buitres y detractores tendrán para un largo festín para atacar sobre su persona olvidando el contexto organizacional de fondo.
Aunque parezca contradictorio, el mismo Chacón viene trabajando desde hace rato para que la historia cambie, por lo menos para los suyos, construyendo un gimnasio de primera, integrando profesionales de distintas áreas para una preparación integral, buscando que sus púgiles tengan contención de todo tipo para no terminar boyando y usados por ahí, y sobre todo inquiriendo los mecanismos para que se desarrollen en su profesión, la de boxeadores.
Y más contradictorio se presenta, pero la derrota deportiva de Chacón significó y demostró un triunfo de su lucha personal, sus consignas y proyectos. ¿Habrá quien lo entienda? ¿Habrá quien lo apoye?

domingo, 4 de julio de 2004

Y hay quienes piden periodistas con camiseta (2)

Suplemento Ocación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 4 de julio de 2004

La semana pasada decíamos que, desde hace un tiempo, hinchas y dirigentes le piden a la prensa local que se ponga la camiseta de Mendoza –o sea, la de un club o representante mendocino– y concluíamos en que el periodista está obligado a poner distancia entre los hechos, sus protagonistas y de sí mismo como periodista, ante la exigencia de una pretendida objetividad.
El comunicador tiene la obligación de informar, de acercar los datos y los hechos necesarios, de opinar sobre los protagonistas y actores de la vida pública y sobre aquellos que ejercen el poder. No debe ser hincha ni se tiene que poner la camiseta aún con las mejores intenciones. Debe utilizar la objetividad en el buen periodismo, que consta en no ser objetivo, o sea, poner de manifiesto la posición. Además de ser periodistas mendocinos, debemos dilucidar y exponer que la realidad es interpretada social, histórica, política y éticamente. No ocultar desde qué perspectiva se observa y abrir el abanico para democratizar un análisis crítico e interpretativo. Como periodistas, estamos determinados.
Se trabaja sobre la construcción de la realidad; nuestro punto de vista se relaciona con lugares comunes al lector, esos que nos determinan como sujetos sociales.
Si ya, en forma determinada, elegimos que Mendoza sea el centro de nuestro mundo, eso no quiere decir que deformemos aún más la realidad, que festejemos lo infestejable, que justifiquemos lo injustificable.
Rescatar lo mendocino –el club, el deportista, el personaje– tiene sus riesgos, ya que con facilidad podemos caer en el exitismo o el pesimismo.
La globalización parece imponer un modelo universal, de pensamiento, de juego, de escenificación y, sobre todo, de “negociación”: todo es visto como producto y lo que no tiene valor en el mercado no existe. Con
esta lectura sólo nos tendríamos que encargar del deporte-industria y en Mendoza éste no existe, y cuando algo se esboza, se nos pide que le rindamos pleitesía.
El método comparativo (y eso que las estadísticas están a la orden del día en materia deportiva) es otro de los grandes enemigos y del que también es difícil escapar, sobre todo cuando se hace eje en los resultados:
ganar o perder. ¿Ser o no ser? Hay algo más que números; son el producto de un proceso. Dicen mucho y ocultan aún más.
Quieren que nos pongamos la camiseta, que seamos hinchas, pero seríamos más útiles y honestos si pudiéramos evitar enceguecernos y ver que los resultados son algo más que un número, y hasta pueden ser contradictorios con procesos más importantes.
Más allá de la experiencia deportiva, tenemos que analizar esos pequeños mundos que son cada deportista, cada club, cada organización; éstos son diferentes, son únicos, y como tal, encaran cada “competencia” y enfrentan la coyuntura desde sus propias experiencias socioculturales.
El periodista puede tener simpatías, y seguro que su punto de vista no es neutral, pero el del hincha es cerrado, acotado, inflexible y principalmente intolerante. Al no tener márgenes, el “periodista hincha” niega
la posibilidad que le brinda la reflexión sobre su propia actividad y el análisis de los hechos como una sensata autocrítica.

domingo, 27 de junio de 2004

Y hay quienes piden periodistas con camiseta

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 27 de junio de 2004

Un periodista con camiseta es un periodista con camiseta. Es obvio, develado, parcial, arbitrario, fanático, enfermizo y sobre todo peligroso…
Desde hace un tiempo hinchas y dirigentes le piden la prensa local que se ponga la camiseta de Mendoza, o sea la de un club o representante mendocino.
Esto surge como un grito ahogado y desesperado, quizás al ver la pobre representatividad y trascendencia que tiene nuestro deporte a nivel nacional e internacional, que día día se hunde en un mar de reiterados fracasos.
El periodista que toma partido no tiene márgenes ni horizontes. No tiene objeto de análisis, ya que es parte del mismo y se ahoga sobre la prédica y la plegaria de un deseo. Su visión sufre una distorsión, pierde perspectiva, y ve las cosas desde un solo lado.
El periodismo deportivo parece tener más “autonomías” pero es periodismo, y hoy por hoy es común ver cómo se revuelca, con un formato de entretenimiento, en operaciones políticas. Se manifiesta una pronunciada dependencia a los caprichos del poder de turno, ya que el dirigente o funcionario es también
publicista y lo que no impone desde la ideología de mercado lo insinúa desde alguna “moral” o simplemente lo compra.
Los objetivos de la prensa no son los mismos que los del hincha, el dirigente o el funcionario más allá de que con vergüenza tengamos que reconocer que afloran y trascienden comunicadores con la función de portavoces, de marionetas que con una buena utilización de la técnica y la forma manipulan el contenido y aniquilan la ética. Estos son “partidarios” de una campaña, de una gerenciadora, de un club, del tráfico de técnicos y jugadores; y sin dudas los responsables de la crisis de credibilidad en esta profesión. Hay quienes desde el lugar de periodistas y más allá de los intereses de la empresa para la que trabajan se convierten en empresas propias y venden sus palabras como parte de la pauta publicitaria.
El periodista está obligado a poner distancia entre los hechos, sus protagonistas y de sí mismo como periodista. El comunicador tiene la obligación de informar, de acercar los datos y los hechos necesarios, de opinar sobre los protagonistas y actores de la vida pública (en nuestro caso los deportistas, los equipos, el juego) y controlar a quienes ejercen el poder (las organizaciones federativas, los dirigentes, los funcionarios).
El periodista no debe ser hincha, no se tiene que poner la camiseta ni aun con las mejores intenciones (o por un inconsciente chovinismo). Debe ser objetivo; y ser objetivo desde la función de periodista mendocino es dilucidar y exponer que la realidad es vista desde una ubicación geográfica, social e histórica, política y ética. No ocultar desde qué perspectiva se observa y abrir el abanico para democratizar un análisis crítico e interpretativo.

domingo, 13 de junio de 2004

Un sheriff sólo ofrece violencia

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 13 de junio de 2004


Parece que le gusta el rol de sheriff, de hombre de mano dura, y lo peor es que desde arriba se lo festejan y lo apoyan.
Javier Castrilli (director del Programa de Seguridad de Espectáculos Futbolísticos, PROSEF), con una medida llena de contradicciones deja un precedente patético para el fútbol argentino y para el ejercicio de las libertades.
Si se prohíbe algo tan banal y sencillo como identificarse con un club de fútbol, qué queda para las manifestaciones ideológicas, religiosas, o de orientación sexual que no responden a la norma establecida.
Prohibir el ingreso a un lugar público por tener gustos diferentes es simple y llanamente discriminación.
En sentido peyorativo se ha puesto de moda la categoría de “visitante”, como la de “diferente”, que no es nuevo y se manifiesta como un justificativo para considerar como enemigo al otro.
El fútbol es una manifestación pública, no privada. Los clubes son sociedades civiles, no fuertes militares. Y los árbitros sedientos de protagonismo y devenidos en funcionarios son lamentables.
Para el superclásico del fútbol argentino los hinchas visitantes no pueden concurrir al estadio del equipo local. La normativa no sólo es violenta en sí misma por su discriminación, por la desarticulación de una escenificación, sino por los valores ocultos que propugna: rechazo, intolerancia, violencia, segregación.
El mensaje defiende el sentido de unicidad, de intransigencia, sin sutilezas se dice que todo aquel que sea distinto, que se vista de otro color es un indeseable, un enemigo, lleva a ver a los otros como integrantes de guetos peligrosos, que no deben pisar ciertos terrenos. Se trata de medidas belicistas, militaristas, muy cercanas a las patéticas décadas de plomo.
Escudado en nombre de la seguridad, repugna ver cómo evade atacar a los verdaderos violentos. La violencia en el fútbol no es el “fanatismo”, ni las banderas, ni los cánticos, ni las camiseta, ni las cargadas. Se trata de organizaciones mafiosas.
El poder desde hace tiempo ha extendido sus tentáculos dentro del fútbol, y con códigos mafiosos, tanto políticos, gremialistas y empresarios amparan, protegen y promueven a quienes se encargan de sus trabajos sucios, los que van desde la reventa de entradas hasta el narcotráfico, aprietes, secuestros y proxenetismo. El método: la violencia, la impunidad.
Estos, los barrabravas, con las nuevas medidas, no tendrán a los de enfrente para demostrar su poder, pero siguen teniendo a los de al lado y a los de abajo para demostrar que ellos mandan en su localía.
El poder los ampara, necesita convivir con sus matones y enmascarar una acción como políticamente correcta atacando el color visitante. Hipócritas que generan un segregacionismo para no tocar los intereses mafiosos que hay insertos en el mundo del fútbol. No les importa desvirtuar el juego, el deporte, el espectáculo, los sentimientos. No les importa pisotear tantos años de lucha por la tolerancia.

domingo, 30 de mayo de 2004

La mujer, tratada como objeto

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 30 de mayo de 2004


“Un estadio lleno recibe con una ovación el ingreso de las mujeres a la cancha”, dice el relator, claro se trata de las porristas. El deporte es perversamente explícito, y no está aislado. Acompaña la historia de la humanidad canalizando y magnificando las ideas en boga.
En el deporte, como en tantas otras manifestaciones, se discrimina, por la condición de clase, de raza y sobre todo de sexo.
La cuestión de género: los roles asignados culturalmente a hombres y mujeres están en evidencia y no queda más que ver la realidad, tomando las ideas de la luchadoras feministas, no queda ninguna duda de que en el deporte se potencia el machismo y la dominación masculina.
En 1894 el aristócrata francés barón Pierre de Coubertín instauró los Juegos Olímpicos de la Modernidad. Para este idealista los Juegos eran la exaltación solemne y periódica del estado físico masculino con el aplauso de las mujeres como recompensa; también consideraba que la participación de éstas en las competencias debería ser totalmente prohibida.
Moderno e ilustrado, a la hora de la división sexual en el deporte se inspiró en la caballería medieval y la antigua cultura griega: el héroe olímpico debía ser un hombre y adulto.
Más allá de las luchas y las conquistas de las mujeres por sus derechos, la idea central sigue siendo la misma, ya que el rol que se le asigna a la mujer es la de propiedad del varón, la de un menor de edad.
El espectáculo, el merchandising y la televisión muestran una escenificación nueva, o el aggiorno de una conocida. No se desarrolla el deporte femenino, ni se difunde, no sabemos el nombre del equipo, o la goleadora del Campeonato Nacional de Fútbol Femenino, pero sí reconocemos a las Diablitas, o las Boquitas, las porristas de los clubes populares.
Las porristas son la triste superación del póster de gomería. Tienen nombre propio, pero como organizaciones, con marca registrada y pertenecientes a gerenciadoras y empresas que sólo buscan hacer redituable el deporte y nada mejor que apuntar a la libido y reducir a la mujer a la condición de objeto sexual.
Porristas (en el fútbol, el básquetbol o el vóley), promotoras (en el automovilismo) y chicas ring (en el boxeo), es el ideal de Coubertín instaurado en la cultura fashion, la del hombre, un macho fuerte, agresivo, representante de los ideales de la nación, lo popular, dueño de la meta y los laureles. Mientras que la mujer es ingenuidad, seducción, sumisión, belleza, pasividad, baile y una forzada alegría. Hombres a ganar, mujeres a gustar, a lucir esos cuerpos de una estética establecida y lejos de la de una deportista.
Los atributos no son propios, son sociales y sobre todo rentables. Lentejuelas y minishorts, coreografías. Fotógrafos que apuntan y el protagonismo asegurado. El deporte no es ingenuo, si sirvió para sostener chauvinismos, dictaduras y tiranías, cómo no va a potenciar una milenaria cultura misógina, machista y patriarcal.

domingo, 16 de mayo de 2004

Algo más que simples becas

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 16 de mayo de 2004


Quejas y cuestionamientos llueven desde que la Dirección de Deportes de la Provincia entregó las becas deportivas. Hay quienes se sienten marginados y exigen “los mismos derechos”.
El presupuesto es chico, la necesidad es grande y los métodos de selección son poco claros. Pero es injusto juzgar y acusar a los responsables del área de Deportes provincial, ya que los procedimientos de subvención
y subsidio son recurrentes y funcionales a una forma histórica y anacrónica del quehacer político.
La condición de becario, tanto en instituciones universitarias, de investigación y otras, es una prebenda para privilegiados.
Quienes llegan a recibir estos estímulos económicos están formados y son conocedores de los mecanismos para estar entre ese grupo de elite social y cultural, apañados por sus propios niveles de status y jerarquía.
Es sin duda la clase social y el nivel como formación educativa lo que los deposita en los caminos correctos para llegar a sus metas.
En el otro extremo, sobre las necesidades más básicas y en los sectores más populares, los alicientes económicos se llaman planes Trabajar. Políticos que depositan en un puntero la administración de un presupuesto y utilizan la situación desesperante de distintas personas para intereses partidarios y personales.
Si centramos la mirada en las becas deportivas, cuesta entender a quién están dirigidas.
El amplio espectro del deporte y sus protagonistas es complejo y abarca lo netamente deportivo, lo cultural, lo político y lo social. Sobre los que no están becados y tenían “méritos”, el director de Deportes, Oscar
Morales, dijo: “Algunos no se inscribieron cuando hicimos el llamado por el diario”.
Obviamente las disciplinas masivas y populares fueron las que menos inscriptos tuvieron y menos recibieron. Son estos deportistas los que están más alejados y hasta expulsados de los códigos y mecanismos culturales, educativos y políticos, y como se ve, tampoco hay mucha intención de incluirlos.
Es ridículo creer que la información llaga para todos igual.
En su mayoría, las becas parecen apuntar sólo a los nenes/as bien que tienen tristeza, con papás influyentes que saben cuándo y dónde colocar el currículo de su hijo/a.
Las bases para obtener las becas tenían como requisito no haber cometido inconductas deportivas. Sin embargo, esta norma no fue considerada igualmente para todos/as los/as deportistas. Se excluyó de becas a
deportistas que cometieron algunas faltas o inconductas, al mismo tiempo que se premió a otros/as deportistas con faltas o inconductas aún más graves. Se han tenido en cuenta deportistas que desde hace años ya no viven en el país y también a otros/as cuyos méritos son mínimos, como a disciplinas casi sin práctica activa.
No todos los deportistas son iguales, no todos los deportes son iguales. Reconocer las diferencias y las desigualdades es importante para no profundizar las injusticias en la distribución de los pocos y escasos recursos.
Una política deportiva seria debe considerar estos aspectos necesariamente a la hora de premiar el mérito, logros y metas alcanzadas. Como también tomar una decisión abierta cuando se tenga en claro cuáles son las prioridades, las disciplinas a fortalecer y objetivos a cumplir.

domingo, 2 de mayo de 2004

Diego Armando Maradona, ¿qué te han hecho?

Suplemento Ovación (página 2), 
Diario UNO de Mendoza, 2 de mayo de 2004


Juzgado, sojuzgado, perseguido y conquistado. Huye ese dios y demonio, tan cerca de sus tantos y tan lejos de su intimidad.
¿Qué se ha hecho de ese hombre?: se lo ha desmembrado. Gentíos ven en él la identidad, la imagen de un salvador mundano alcanzable y único. Otros saben que esos gentíos consumen, creen, sueñan y hasta se cuelgan una imagen santa cuya figura no deja de ser un sponsor.
Lo enfermaron, lo humillaron, lo endiosaron y lo volvieron a humillar, a enfermar. Se sigue escapando con menos fuerzas y cayendo en viejas redes.
Maradona, ¿qué te han hecho? Te exigen ser profeta y mandan ejércitos inquisidores en tu contra. Te obligan a ser modelo y se regocijan con tus nobles contradicciones. Te piden que te salves mientras licitan la firma para tu epitafio.
A Maradona, el Pelusa que quiso jugar y jugó, regocijó y también ganó, le llegó su condena disfrazada, embellecida, pero lar­ga, tortuosa, eterna.
Opinólogos, hipócritas prejuiciosos tan cerca del narco y testaferros de la moral han embargado tu Ser, tu ahora, te siguen apresando y ese exilio que corre por tus venas, ese que encontrás en forma desesperada te mata. Te matan.
Estás incomprendido también por esa corte rapiñera de aduladores celosos y envidiosos. No les conviene y te fuerzan a re­currir y vitorean cuando te das la espalda.
Dejen en paz a ese hombre que fue genio y mago con una pelota, no chupen más su forzada y expuesta sangre. Dejen que ese hombre sencillo y solidario se reencuentre, se reconstruya, que respire su aire y que le lleguen sus vientos.

domingo, 11 de abril de 2004

¿Qué fue del club?


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 11 de abril de 2004

Qué fue del club, de esa conquista de un espacio físico de vecinos, gremios o cultores de una disciplina en común, de autocontención, desarrollo y proyección. En pocas décadas los cambios económicos terminaron
por no cambiar la economía pero sí por destruir las organizaciones de base, las de abajo, las fundamentales, las horizontales, las populares, las de la gente.
La moda fue la tercerización, el gerenciamiento, sutilezas de privatización. Se exportaron modelos y se intenta implantar sobre las ruinas de lo que fue e intenta sobrevivir.
Empresarios, dirigentes federativos y funcionarios se han distanciado del club y su gente. Han generado una macroestructura donde buscan hacer del deporte algo distinto.
En el fútbol, por ejemplo, se han llevado a cabo alianzas ambiciosas –más políticas que sociales– que terminan en fusiones que desdibujan el color de las casacas y se alejan del sentimiento de sus hinchas y la historia de las instituciones (como la Asociación Atlética Luján de Cuyo). Las gerenciadoras, salvo excepciones, han asumido una apropiación de los deportistas que son vistos como mercancía, aunque en nuestro medio recurren a la costumbre de contratar jugadores y técnicos foráneos integrantes de un repetitivo séquito de abonados que queman sus últimos cartuchos y que con su desgano les quitan la posibilidad a los jóvenes locales.
Van de un club a otro como salvadores de la nada. Se trata de grandes inversiones, pensadas en un desprolijo corto plazo, que agonizan y fracasan sobre sí mismas sin ninguna planificación para el futuro.
Los socios y simpatizantes ya no tienen injerencia en los clubes. Un pequeño grupo se encarga tanto de lo dirigencial, gerencial como del mercadeo de deportistas.
Pero las federaciones y asociaciones también son cómplices de esta situación: con sus hombres fuertes han tomado un distanciamiento de las instituciones base.
Otro ejemplo es nuestro ciclismo, donde todo se mueve alrededor de dos escuadras (sponsors) y los clubes sólo son sellos ajenos al deporte pero bancados por algún dirigente, quien los usa para el día eleccionario.
En el boxeo todo gira alrededor de los clubes y gimnasios, que crecen y proliferan, pero ninguno tiene personería jurídica y representación real en la Federación Mendocina, compuesta por instituciones fantasmas en la práctica pugilística.
Como generalidad y salvo un par de disciplinas, el deporte mendocino sigue en baja, profundiza su crisis y se consolida como colero en el país. Mientras sigan intentando copiar formatos foráneos, buscando la popularidad y la masividad terminarán construyendo sobre el aire la nada, más allá de grandilocuentes nombres y proyectos.
Pero no todo es tan negro. Aún se puede seguir creyendo. El rugby –más allá de haber perdido su moral amateurista– supo cuidar y potenciar sus clubes, una cuidadosa organización federativa que terminó con la
concreción para Mendoza del Campeonato Argentino. Hay expresiones más populares, como los gimnasios de boxeo que crecen en el anonimato, o como con el fútbol, donde el Atlético Argentino está siendo reconstruido por sus hinchas, quienes buscan fomentar las inferiores y refundar, después de 12 años, el comedor comunitario.
El club es algo más que un sello: es identidad, historia, solidaridad y objetivos comunes.
Será sólo con éstos y desde éstos donde se podrá reconstruir nuestro deporte.

domingo, 21 de marzo de 2004

¿Una enfermedad o un delito?

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 21 de marzo de 2004


Apunten contra Cordone y disparen. Que sea ocultado, negado. Barramos la basura debajo de la alfombra y sobre ella hagamos el lunch de los decorosos.
Pocos días hace que Carlos Lobo Cordone, delantero de San Lorenzo de Almagro, reincidió en un control antidopaje realizado por la AFA, tras detectarse el consumo de una sustancia categorizada como social.
Un doble discurso queda en evidencia, sobre todo desde los entes tanto deportivos como oficiales. Por un lado se nos dice –sobre el consumo de drogas sociales –que se trata de una enfermedad, y por otro, de un
caso de corrupción, de ventaja antideportiva por parte del atleta.
Cordone es un caso más dentro de cientos de miles. Hay Lobitos por todos lados, en el fútbol, en otros deportes y actividades sociales y culturales, pero con la suerte o la desgracia de que no se les realicen controles antidopaje.
Detrás de los desfachatados pibes de las esquinas y la popular (chivos expiatorios) ocultamos la realidad de las drogas sociales. El tráfico y consumo de éstas se da en las escuelas, los clubes, los lugares de trabajo, las cárceles, las oficinas públicas, lugares donde conviven los útiles y felices “volados” con los efectivos y “duros entrajados”.
La cotidianeidad nos muestra metacódigos y un lenguaje no sólo de aceptación sino de reivindicación de las drogas, donde los más “copados” se desdibujan y transforman en los referentes de la otra moral, la establecida.
No se trata sólo de deportistas, talentosos o foráneos. No se trata de excepcionalidades, ni abarca a un grupo social ni a una franja de edad determinada.
Las drogas sociales abundan en los recreos, los festejos, las intimidades, en los baños y los pasillos, en los camarines y en el tercer tiempo. Si se trata de un acto compulsivo de evasión, y de personas que cargan en sus cuerpos sustancias que provocan futuras alteraciones y consecuencias psicofísicas, y además, éstos, no sacan ventaja deportiva sino todo lo contrario, cabe preguntarnos por qué se los castiga. ¿No sería mejor ayudarlos, tratarlos, contenerlos en vez de expulsarlos?
Carlos Cordone quedó en evidencia, pero cientos de miles como él –dependientes a las drogas sociales– se ocultan o hasta se vuelven en “buchones moralizantes” buscando autojustificarse y no perder los espacios
y códigos donde se alienta y promueve lo prohibido.
Sería bueno un control antidopaje para los médicos, los dirigentes de San Lorenzo (y otros clubes), la AFA, del COI y los organismos públicos. Por lo menos así quedaría en evidencia que estas entidades también están llenas de adictos con los mismos códigos y dentro de la misma e hipócrita realidad que se oculta. Lástima que varios de estos muchachos –y acá utilizamos el potencial– se dedicarían al narcotráfico y el lavado de dinero lo que sin duda iría de la mano con políticas de ocultamiento, represión y castigo para los
que quedan en evidencia en este gran negocio.

domingo, 29 de febrero de 2004

Quieren planificar lo desconocido


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 29 de febrero de 2004

Tanto países capitalistas como socialistas tienen en común la planificación deportiva.
Los éxitos en esta área son réditos políticos que muestran, entre otras cosas, la coyuntura y el poder educativo y cultural de las naciones. Los lineamientos, para llegar a las metas fijadas, son a largo plazo y se
estructuran no sólo a nivel nacional sino en cada una de las regiones, provincias, etcétera.
Sin dudas las competencias continentales y mundiales son el objetivo; y sobre todo los Juegos Olímpicos, el encuentro deportivo máximo.
Si nos preguntamos dónde estamos y quiénes somos, en Mendoza nos vemos favorecidos por la proyección y consolidación de varios deportistas gracias al esfuerzo de éstos, sus padres, sus clubes, federaciones, mecenas, y mercaderes.
Pero si en parte estamos y existimos no es por una política provincial y menos por una planificación de políticas deportivas.
Es triste reconocer y asegurar que la estructura deportiva del Estado provincial es una recurrente secuencia de vicios y negaciones, de ñoquis y proyectos truncos. Sobresalen los favores, los favoritismos, el descontrol y el despilfarro. Pasan los gobiernos, las gestiones y sobrevienen las promesas y algunos cambios de figuritas –como negando la continuidad del mismo signo político–, la creación de “áreas” y “programas” donde la constante es la enunciación de sueños y buenos deseos e intenciones, como la nulidad de concreciones.
En síntesis y tomando como punto de referencia el deporte federado y de alto rendimiento, lo que sobresale es la desinformación (ver nota página 25 de éste suplemento del 16 de febrero).
En Mendoza, donde se maneja un considerable presupuesto (y prometen más) no tienen constancia de los deportistas clasificados a los Juegos Olímpicos, o los que aún tienen chances, o los que concentran en el CENARD como parte de las selecciones nacionales.
Los funcionarios han abierto una lista para que se inscriban futuros becarios –la mayoría de los deportistas desconoce ésto– demostrando que no existen estrategias o planificación. Desde el organismo central deberían hacer un análisis, seguimiento y tener un programa para detectar talentos. Tiene que ser desde la Dirección de Deportes desde donde se determine prioridad de disciplinas, los presupuestos para las mismas, los torneos que apoyarán e infraestructura que asignarán. Pero para esto es necesario saber dónde queremos llegar, quiénes lo harán y cómo; aunque para eso es elemental saber dónde estamos y qué tenemos.
El atleta no sólo tiene obligaciones, también tiene derechos y debe tener una cobertura de servicios sociales, sanitarios y educativos. Los pocos que llegan a la elite internacional debieron hacer todo el proceso en soledad y hasta alejados de la tecnología y las ciencias deportivas, algo que la Dirección de Deportes también debe consolidar y lograr que lleguen a los atletas los especialistas que dicen tener, como médicos,
nutricionistas y profesores.
Administrar recursos del Estado lo hace cualquiera, pero de taquito, nuestros funcionarios.

domingo, 8 de febrero de 2004

Cuerpo y mente insanos

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 8 de febrero de 2004.

Vivimos, consumimos, difundimos y proyectamos un deporte de elite que en realidad es una caricatura de la realidad que mostramos o creemos como tal. Ocultamos que lo que crece y se manifiesta es una mente enferma en un cuerpo enfermo. Deporte y salud no tienen nada de inocentes, van de la mano en un juego perverso, pero rentable, tan rentable como enajenante.

Vale la pena poner de ejemplo a disciplinas que teóricamente son de bajo o nulo riesgo para la vida, como el fútbol, el deporte más popular del mundo. Hace unos días los mecanismos del sensacionalismo mostraron
cómo el delantero del Benfica, el húngaro Miklos Feher, de 25 años, dejaba la vida en la cancha, tal como sucedió siete meses atrás, con el camerunés Marc Foe, jugando la Copa de las Confederaciones. Son sólo
ejemplos, los más mediáticos, pero los casos se repiten en todo el mundo y ya no son aislados.
El disciplinamiento del cuerpo por parte de terceros se va manifestando desde temprano y en pequeñeces que a la larga son destructoras. Otro ejemplo: Carlos Tevez, a pocos días de reincorporarse a su club, tras
una competencia internacional, llegó con unos kilos de más y esto abrió todo un escándalo y posterior debate no sólo de cuál debe ser su peso ideal sino de las circunstancias de ese supuesto exceso de grasas .
Pero esto no se juzga, ya hay instalado un justificativo de tinte moral: “Se trata de profesionales que ganan fortunas”. Esto es otra mierda de la maquinaria que explota al deporte. Se trata de pibes, una minoría cuyos
suculentos salarios sólo chocan con la realidad  (¿cómo se enfrentan a esos nuevos códigos de la riqueza?), lo que sumado a la función de “carteles publicitarios con pies”, termina de ponerles los grilletes en el Mercado del fútbol que los obliga a jugar en calendarios casi eternos con dos o hasta tres partidos por semana, a temperaturas extremas, lo que los lleva a sobrecargas físicas y emocionales que terminan, en el peor de los casos, en una muerte súbita.
En nuestro medio los pibes de las inferiores, en su mayoría entrenan todos los días, incluidas varias horas en un gimnasio. Corren y corren, y a la pelota le pegan y le pegan. La relación con ésta ha cambiado, ya no se busca el juego sino el dominio. En el vóleibol o el básquetbol, en nuestros clubes consumen esteroides y anabólicos. Bajo un buen justificativo la idea es transformar el cuerpo a la altura y anchura de las necesidades.
Pero volvamos a las ciencias aplicadas al deporte. La medicina ocupa un lugar trascendental. El deportista de elite pasa mucho tiempo en el médico tanto por lesiones, molestias, masajes, aplicaciones, operaciones
–una floreciente y rentable industria– y rehabilitaciones, o buscando una receta o una dieta o con psicólogos especializados en el rendimiento, el triunfalismo y la manipulación de estímulos o con preparadores físicos genios de la rutinización para el aprovechamiento de la fuerza y la velocidad.
El deportista de elite se retira atrofiado, envejecido y farmacodependiente, muy lejos del ideal del cuerpo sano y formado por especialistas que sólo procuraron de la mente de éstos sólo las funciones motoras. A éstos se  suman los encargados del mercadeo quienes deciden, según la cotización en los mercados, cuándo se debe y a cuánto exportar la carne de deportista. Vale preguntarse si la vida de un deportista vale más que el fútbol (o cualquier otro deporte). De todas formas está en claro que lo único que vale es ganar y para eso hay que ser más atlético y  dejar de lado la creatividad del juego donde la cabeza se tomaba un pequeño respiro de libertad.

domingo, 11 de enero de 2004

Los roles del poder

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 11 de enero de 2004


Más allá del poder, el deporte subsiste. Como toda manifestación cultural va encontrando nuevas herramientas para sobrevivir  y subyacer en esta provincia de un país subdesarrollado que hace 60 años vio cómo pululaban distintas disciplinas.
Pero el poder no es algo abstracto, ni oculto. El poder está en los pasillos de la Dirección de Deportes de la provincia (y de las comunas también); en ese laberinto de escritorios burocráticos y carpetas que cuecen designaciones y cargos, donde se distribuyen favores, tercerizaciones y se potencian internas partidarias. Una patética muestra fue el lobby que hicieron varios personajes (políticos o algo parecido) mientras el gobernador titubeaba en nombrar al titular del área.
Uno tras otro han sido tan parecidos, que parecen ser uno solo; cambian  los gobiernos, las gestiones, y se repiten las promesas y las inacciones. Difícil es imaginar que esta gente concrete una verdadera política social, de contención, o que sepan cuáles son los deportes con mayor  proyección competitiva, de elite, y  con chances olímpicas.
El poder también está en las ligas, federaciones y asociaciones. Donde, salvo varias excepciones, se trata de administradores de intereses extradeportivos, donde se confunden con la función de representantes, administradores, promotores y demás. En la mayoría de los casos miopes de  la realidad aceptan que deportes amateurs y con pract icantes de bajos recursos tengan que sostener planillas costosas y árbitros, jueces o comisarios de carrera semiprofesionales. ¿Y los clubes? Parece que olvidaron la función social por la que se fundaron y que disfrutan cómo son fagocitados por las gerenciadoras.
El poder está en el tráfico de ilusiones, en las “escuelitas” de fútbol donde los técnicos (ex referentes) exigen, manipulan y tratan como mercancías a los pibes, quienes ya de chiquitos los pasean de un lugar a otro haciéndoles creer que todos serán cracks y millonarios, con lo que pierden la inocencia y el sabor del juego.
Y ahí están los papás firmando y pagando mientras les liman las sonrisas a sus hijos.  El poder se manifiesta con dirigentes mandaderos de empresarios y periodistas mandaderos de dirigentes; con ONG y entidades intermedias, paralelas que buscan justificar algún subsidio en nombre del deporte y lejos del deportista.
Se han flexibilizado los roles, se han olvidado de la ética. Un pastiche perverso. Desde un mismo lugar deciden, se postulan, venden y compran. Amateurismo y solidaridad son palabras infaltables en un buen discurso, pero a contrasentido de los que se hace, construir una realidad basada en el mercado.
Pero si en nuestras tierras el deporte subsiste es por los deportistas, quienes más allá de la estructura de poder en la que están insertos siguen adelante, buscando una meta, a veces sencilla, como liberarse por un rato, superarse a sí mismo, o simplemente compar tir/se en un juego.
Luego llegará la hora de trascender, y ahí está la estructura que sabe de su dialéctica en la que el depor tista necesita del poder para que justifique y decrete su gloria, y con éste el poder sabrá generar el negocio para saciar sus hambrientos bolsillos.

domingo, 4 de enero de 2004

Un ciclismo sin metas



Suplemento Ovación (página 2).
Diario UNO de Mendoza, 4 de enero de 2004

La crisis del ciclismo no es una novedad. La última década marcó un creciente deterioro de esta actividad en el país, y en Mendoza los dirigentes no han tenido muñeca para revertir la situación.
Hace unos años, las regionales y las asociaciones del interior festejaban el fin de la era Antonio Alexandre.
La llegada de Hugo Wernly a la Federación Ciclista Argentina parecía traer una bocanada de aire limpio, nuevo, renovador y federalizador; pero fue más de lo mismo y hasta peor. La entidad rectora del deporte
pedal terminó por desaparecer en todo sentido: perdió desde los bienes hasta la legalidad jurídica.
Hace varios meses, con el reconocimiento de la Unión Ciclista Internacional (UCI), entró en acción la Federación Argentina de Ciclismo de Pista y Ruta (FACPYR), cuyo máximo dirigente es el marplatense Gabriel Curuchet, quien como ciclista hizo historia ganando todo pero como dirigente ya repite viejos vicios
y dañinos olvidos.
Es en el interior donde nacen y se hacen los grandes pedalistas y los principales equipos, y donde se disputan las clásicas más importantes.
San Juan, Mendoza, Córdoba y Bahía Blanca, entre otras, han sido plazas que han nutrido de individualidades y escuadras al “pelotón nacional”.
Hace años que Mendoza perdió el semillero y la mística. Ya no hay ídolos, lo que se repite en todo el país. El ciclismo es un deporte popular pero cada vez más caro. Con precios dolarizados –los materiales son importados– se hace casi imposible mantener un rodado para la competencia.
Y si a esto se le suma la pretemporada, la alimentación, la vitaminización y los costos extra para la carrera, la inversión es enorme. Así, montar un team ya es una acción casi filantrópica.
Cada provincia con historia ciclística aporta uno o dos equipos de elite. Estos, y tomando el caso Mendoza,
necesitaban saber con tiempo la diagramación del calendario nacional: Argentino de Pista, Vuelta a la
Argentina, Vuelta de San Juan, de Mendoza y demás. La dirigencia nacional, si bien asumió hace poco, ya traía un buen tiempo trabajando; pero, al estar más preocupada por intereses económicos de acuerdo con los empresarios del ciclismo, el diagrama de competencias llegó a última hora, con la consecuencia de la disolución de equipos o el tardío inicio de las temporadas ruteras.
Como si esto fuera poco, hace unos días, la Asociación Ciclista Mendocina le envió una carta documento a la FACPYR reclamando licencias gestionadas de los ciclistas locales (requisito para correr en competencias
oficiales como para la seguridad de los pedalistas) y exigiendo el recibo de reafiliación a la FACPYR (¿?).
En una semana se realizará el Argentino de ruta, y los mendocinos llegarán sólo con cuatro competencias de bajo impacto y recorrido. No han realizado contrarreloj, ni montaña, ni carreras por etapas.
Está claro que la proyección de un pedalista local sólo puede apuntar a la Vuelta de Mendoza.
Gabriel Curuchet parece olvidar todos los requisitos y cuidados para un gran deportista como lo fue él. Pero
demuestra la habilidad que tuvo como capo-escuadra del equipo más poderoso del país, negociando con unos pocos y según las conveniencias de turno, repitiendo los viejos vicios de la dirigencia nacional.
Mientras que las autoridades locales no definen una política para darle un rumbo al ciclismo local, siguen perdiendo popularidad, se van quedando sin referentes, ya no hay recambio, pero exigen y prometen llegar
a la elite. Como vamos, es imposible.